¿Te han dicho que controles tus emociones?

En mi ejercicio profesional, la gran mayoría de los conflictos en consulta han sido relacionados con la dificultad para lidiar con las emociones. Trastornos como la ansiedad, depresión y estrés, hacen parte nuestra historia de vida. En algunos casos, generan incontrolables afectaciones que, de no atender, terminan ocasionando graves consecuencias en la persona y en su entorno.

No es raro entonces que, en psicoterapia, los desórdenes emocionales sean los más recurrentes motivadores para la búsqueda de ayuda. De hecho, buscar apoyo es una de las funciones más importantes de dichos impulsos. Para entender mejor el por qué llegamos a sufrir por trastornos como los mencionados, es valioso estudiar lo que a hoy conocemos como “emociones”.

Entendiendo las emociones

Ocultando emociones

Tendemos a ver las emociones y los sentimientos como una sola cuestión, sin embargo, se procura diferenciarlas para facilitar su estudio. Con “emociones”, hablamos de reacciones físicas y conductuales que experimentamos al exponernos ante algún estimulo o cambio en el ambiente. A su vez, los “sentimientos” hacen parte de la representación mental y consciente que hacemos frente al cómo nos sentimos.

Al recibir una sorpresa agradable, los cambios inmediatos físicos y químicos que se generan en el cuerpo, la expresión y el comportamiento, lo llamaremos “alegría”. Ahora, si hago un análisis consciente de cómo me siento e incluso pienso “es el día más feliz de mi vida”, será parte de lo que llamaríamos “sentimiento”

Las emociones han estado ahí en nuestra historia y nos han permitido adaptarnos a nuestro contexto. Tienen una utilidad en nuestras vidas, por lo tanto, lo primero a entender es que no hay razón para luchar contra ellas. Tampoco se tratará de evitar sentirlas para estar bien. De no sentir miedo, no tomarías precauciones de cuidado, haciéndote más vulnerable ante las amenazas.

 

Las emociones como un bien necesario

De acuerdo con Plutchik 2001, estudiar las emociones desde su función adaptativa nos permite entender mejor su importancia. Tienen un objetivo en cada individuo al motivar un comportamiento adecuado ante una amenaza o dificultad (tabla 1.).

Las emociones

Si bien las emociones han sido estudiadas desde varios campos y se han generado varias discusiones y teorías, haré referencia a 3 principales componentes; biológico “cambios físicos y químicos en el cuerpo”, cognitivo “ideas, creencias, conocimiento y procesos mentales” y conductual “comportamiento, modo de actuar”. Por ahora no tendré en cuenta el complejo problema de “¿cuál es primero?”.

Al aparecer un estímulo, es decir, un cambio en el ambiente, este puede suscitar una respuesta emocional en la persona. El proceso cognitivo hará el papel de intermediador de manera que se realice la correspondiente interpretación de los hechos. Finalizando en una respuesta comportamental por parte del sujeto.

Todo es cuestión de perspectiva

Hagamos un ejemplo utilizando una emoción secundaria de celos. Imagina que te gusta una persona, o estas saliendo con alguien quien te gusta, pero a quien conoces poco aún. Un día encuentras a esa persona de lejos hablando con alguien de tu mismo género. Observas que hay sonrisas en su interacción e incluso algún contacto físico básico.

Dependiendo de diferentes circunstancias de tu experiencia puede que en tu cabeza empiecen a gestarse pensamientos de tipo “¿quién es esa persona?, ¿estarán saliendo?, ¿pasará algo entre los dos?, ¿se gustarán?”, o en el peor de los casos “¿me está engañando?”. Acto seguido de forma inconsciente puedes sentir una presión en el pecho, incomodidad, angustia, tal vez algo de enojo, lo cual usualmente llamamos celos.

Ahora, ¿qué pasaría si ese mismo día te enteras de que esa otra persona es un familiar cercano como su hermana o hermano? ¿Aún sentirías la misma respuesta emocional de incertidumbre, angustia, malestar o celos? Lo más probable, en la normalidad de los casos sería que no, que esa respuesta emocional hubiese cambiado. Sin embargo, si evalúas la situación, en el ambiente no hubo mayor cambio, son solo dos personas que hablan y sonríen dentro de su conversación. Al enterarte de su familiaridad, cambia algo diferente, “tu interpretación de los hechos”.

¿Y en emociones primarias?

La interpretación que hacemos del mundo juega un papel decisivo en cuanto a la actividad emocional se refiere. Especialmente cuando hablamos de emociones secundarias como los celos.

No obstante, en situaciones de amenaza, las emociones primarias juegan un papel más relevante e inmediato. En estos casos la respuesta es más rápida que la interpretación consciente.

Si estas concentrado en algo y de repente alguien te grita o percibes un ruido fuerte, sentirás la activación de tu cuerpo y exaltación. Este reflejo hace parte del instinto huida- pelea, el cual te dejará en estado de alerta. También es probable que te obligue a interrumpir la actividad que realizas y salir a correr.

Al ver estos ejemplos tal vez encuentres una diferencia en cuanto al contexto y la respuesta emocional. Si estás en peligro, tu cuerpo está programado para activarse, darte la energía que necesitas a través de la liberación de adrenalina en tu cuerpo y usarla para correr o pelear. Pero hay estados emocionales que dependen de la interpretación que hacemos de las circunstancias. En ocasiones estas resultan irracionales, y es ahí cuando tendrías que evaluar tu experiencia.

La diferencia entre miedo y ansiedad, tristeza y depresión, celos normales y patológicos. Entre aquello que pasa en tu cuerpo por que debería pasar por las circunstancias que vives y aquello que puede ser importante aprender a gestionar.

El control de las emociones

Control emocional

¿Se trata entonces de evitar las emociones?, ¿de controlarlas? De acuerdo con estudios de finales del siglo XX, con la participación de teorías como las inteligencias múltiples de Howart Gardner entre otros otras que permitieron su desarrollo, se populariza la teoría de la inteligencia emocional a través de la obra de Daniel Goleman “inteligencia emocional” en el año 1995. Partiendo de estas teorías en la psicología solemos hablar de la “gestión” de las emociones. Todo esto a través de la autoevaluación y el entrenamiento en herramientas que permitan mejorar nuestra interacción con el mundo.

De esta forma, tal vez no pueda fácilmente controlar la aparición de una emoción, pero puedo intervenir en cuanto a su intensidad y duración. Al realizar terapia psicológica, busco entre otras cosas trabajar en dos elementos, la conciencia de la emoción y las herramientas de gestión. Aunque tal vez a la primera le daría un valor más grande. Entender y aceptar en qué momento nuestras emociones actúan en su forma normal y cuándo dependen de una interpretación conflictiva que hago del mundo, puedo usar herramientas de gestión para modificar aquello que me hace daño. Para esto, no necesitaré cambiar el contexto o el estímulo, sino mi forma de comprenderlo y mi respuesta hacia él.

Bibliografía consultada

Cotrufo, T. y Ureña J. (2018) El cerebro y las emociones. España. Bonalleta Alcompas.
Plutchik , R (2001) The nature of emotions, American Scientist, Vol 89, 344-350

psicologo julio fonseca
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